El poder de la introspección

introspection

Hace algunos años experimenté un cambio de paradigma que significó mucho para mí y  me hizo ver las cosas desde una perspectiva distinta a la que hasta entonces me había sido familiar. Fue casi una casualidad, una mera inspiración de querer explorar otro punto de vista que hasta entonces había permanecido escondido. Básicamente, y casi sin darme cuenta, cambié mi foco de atención.

Generalmente siempre estamos pendientes de lo que ocurre a nuestro alrededor, poniendo nuestros 5 sentidos en nuestra realidad externa; estamos realmente tan acostumbrados a este hecho que lo hacemos de forma automática.

Ahora bien, nos hemos parado a observar qué es lo que ocurre en nuestra realidad interna? ¿Cada cuánto nos tomamos un tiempo para observarnos, para dirigir una mirada curiosa hacia nuestro interior con el objetivo de prestar atención a los sentimientos, emociones y pensamientos que están teniendo lugar en cada momento? En este principio es precisamente en el que se basa la práctica de la meditación, como ya te anticipé en este artículo: Introducción a la meditación.

Dirigiendo la mirada hacia nuestro interior

Cuando se trata de meditar, y especialmente si no es algo que hayamos experimentado anteriormente, seguramente lo primero que notaremos es que existe un gran bullicio mental en nuestro interior. Así me sucedió a mi cuando traté de meditar por primera vez, y es lo que les suele ocurrir a muchas personas. El ruido mental que llevamos tras muchos años de ignorar lo que estaba teniendo lugar en nuestro interior es tal que puede llegar a abrumarnos e incluso a asustarnos. Me gusta equiparar este fenómeno con el interruptor que encendemos en una habitación que había permanecido a oscuras hasta el momento; de repente vemos un montón de cosas que ni sabíamos que estaban ahí.

Conectar con nuestro interior no sólo implica ser conscientes de nuestra actividad mental, puesto que no sólo somos una mente sino que también somos un cuerpo, y de hecho, tenemos que comenzar a ver a la mente y al cuerpo como componentes que se alimentan entre sí conformando una única entidad. Teniendo en cuenta ésto, es muy probable que junto al complejo de emociones que albergamos experimentemos las sensaciones corporales que las acompañan en cada momento, si permanecemos lo suficientemente atentos.

En un principio puede que la vorágine que por primera vez se presenta ante nosotros parezca desbordarnos, pero si somos pacientes y no desistimos en nuestra práctica meditativa, notaremos con el tiempo que el bullicio mental (así como las emociones y sentimientos que lo acompañan) irá perdiendo fuerza progresivamente.

Meditar como estilo de vida

Una corriente de pensamiento que he visto en algunas personas (ahora que la actividad meditativa poco a poco va cobrando cierta popularidad en la sociedad) es la de ver a la meditación como una tarea a realizar con cierta periodicidad, enfocándola igual que enfocamos otras tareas de nuestra vida cotidiana, como por ejemplo lavar los platos o poner la lavadora. Aunque no estoy totalmente en contra de dicha perspectiva (puesto que yo al principio también enfocaba la meditación de esa forma y siempre creo que es mejor ese planteamiento que directamente ninguno), pienso que es mejor ver la meditación como algo que podemos extender a cualquier momento de nuestro día. De este modo, podemos finalmente adoptarla como un estilo de vida, utilizando cualquier situación de nuestra vida como una excusa perfecta para meditar.

El planteamiento anterior puede parecer tedioso al principio cuando aún no tenemos suficiente práctica y/o fuerza de concentración, puesto que probablemente caigamos en la trampa de dedicarle demasiado esfuerzo a nuestra meditación (perdernos en el cómo) en lugar de simplemente rendirnos al momento presente (centrarnos en simplemente ser), que sería en lo que verdaderamente consiste. En este sentido y por experiencia propia, no he conocido solución mejor que la de no desistir en la práctica y seguir profundizando en ella, con tota la apertura y curiosidad por nuestra parte y lo más importante, disfrutando del proceso :). 

La respiración como objeto de nuestra meditación

Como ya te sugerí en el otro artículo hay muchos objetos oque podemos utilizar en nuestra meditación con el objetivo de enfocar nuestra atención y facilitarnos la práctica. Algo sencillo para empezar podría ser practicar el seguimiento de nuestra propia respiración, puesto que es una constante que nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida y por ende resulta bastante fácil de seguir. La respiración resulta simple y familiar para el individuo, siempre y cuando evitemos caer en la trampa de intentar modificarla o de querer controlarla, algo que a veces ocurre cuando comenzamos a meditar. De hecho, si lo estás haciendo bien, no debería suponerte demasiado esfuerzo seguir tu respiración, si no que deberías hacerlo de forma delicada, siguiendo el movimiento del aire entrando y saliendo de tus pulmones plácidamente, sin necesidad de realizar ningún esfuerzo sino todo lo contrario, dejándola ser como quiera ser.

La meditación no consiste en un acto que requiera de ningún esfuerzo por nuestra parte, sino todo lo contrario, es una rendición al momento presente.

Aprender a ejercitar la introspección e incluir dicho hábito como imprescindible en nuestra andadura diaria nos trae consigo un sinfín de beneficios, pero quizás merezca la pena destacar el hecho de que nos sirve para detectar aquello que deseamos soltar porque consideramos que no nos aporta nada positivo. Ésto incluye muchas cosas: diálogos internos negativos que inconscientemente repetimos sin darnos cuenta, malos hábitos, adicciones, creencias que nos limitan y impiden avanzar, etc. Realizar esa limpieza mental puede ayudarnos a sentirnos más liberados y livianos, y en consecuencia más felices (qué más se puede pedir? 🙂 ).

Es posible que a estas alturas del post te estén asaltando las siguientes dudas:

  • ¿Es compatible la práctica de la introspección con la experimentación del mundo que nos rodea?
  • ¿No estaré renunciando a prestar atención a mi vida si me centro demasiado en lo que ocurre en mi interior?

Aunque a priori así lo parezca, la experiencia me ha enseñado que en realidad el hecho de atenderse a uno mismo permite atender mejor al entorno, aunque resulte contradictorio. Una cosa no es excluyente de la otra, si no que son totalmente compatibles y de hecho se complementan a la perfección. A veces me refiero a este fenómeno (experimentarse a uno mismo y al propio entorno) como estar centrado, y en realidad esta expresión se utiliza bastante en la sociedad.

Estar centrados nos permite lidiar con nuestro entorno de la manera más efectiva, atendiendo en cada momento lo que tenemos delante sin perdernos por el camino. Como siempre, y sin necesidad de que me creas, te invito a que hagas la prueba por ti mism@ y me lo cuentes 🙂 .

Deja un comentario