¿Te ha pasado alguna vez que te has obsesionado con querer realizar algo de forma perfecta? ¿O has sentido que algo en tu vida no estaba a la altura de tus expectativas? Es posible que entonces estés padeciendo del síndrome del perfeccionismo.
El perfeccionismo no es otra cosa que un ideal que nos construimos mentalmente respecto a una situación/condición externa concreta sobre cómo ésta debería ser. Esta actitud puede ser sana en aquellos casos en los que tratemos de hacer las cosas de la mejor manera posible dentro de nuestras posibilidades, pero no lo es en absoluto cuando detectamos que sólo nos conduce a la frustración, la ansiedad y el estrés.
En muchos casos se ha demostrado que el perfeccionismo no hace sino retrasar el cumplimiento de las tareas que uno se había propuesto hacer (disminuyendo considerablemente la productividad), con la tensión añadida que ello supone.
Puede observarse esta conducta en multitud de áreas: en los estudios, en el trabajo, en el cuidado físico, en las tareas del hogar,… En cualquier situación podemos estar siendo demasiado perfeccionistas y en muchas ocasiones sin darnos cuenta; no es algo que debamos tomar a la ligera, porque en casos extremos esto puede llevar a trastornos más graves.
En realidad, el perfeccionismo surge del miedo y la inseguridad a que lo que hacemos no sea lo suficientemente bueno, cuando en realidad esto es sólo una creencia nuestra que en la mayoría de los casos no es objetiva. Más importante es realizar y terminar aquello que nos habíamos propuesto, independientemente de que podamos pensar que lo hemos hecho mejor o peor.
Existen algunos consejos que pueden serte útiles si te encuentras en esta situación:
- Para empezar, convéncete de que la perfección no existe. Nunca estarás satisfecho con lo que hagas si contínuamente estás persiguiendo algo que de por si no es real, que está sujeto a tu propia condición mental.
- Puede ser muy agotador el querer realizar siempre todo de forma perfecta, y ello sólo puede conducirnos al sufrimiento, de modo que no merece la pena afrontar las situaciones desde dicha actitud. En su lugar, es muy preferible que nos enfoquemos en disfrutar de lo que hagamos, y con mucha probabilidad la satisfacción resultante será mucho mayor.
- A veces los humanos tenemos la mala costumbre de querer esforzarnos demasiado en todo lo que hacemos, cuando yo considero que la clave está en justo lo contrario, estar relajados y no añadir tensión a lo que estemos haciendo, para que así las ideas puedan fluir mejor y el trabajo sea más productivo.
- Como ya te mencioné en este artículo: Vivir a cámara lenta, céntrate en hacer una cosa detrás de la otra sin agobiarte pensando en todo lo que te queda por hacer. El perfeccionismo puede llevarte a querer hacer más de lo que puedes abarcar, de modo que establece prioridades y deja siempre algo de tiempo para el ocio.Espero que lo que has leído en este post te ayude si te encuentras en algún momento siendo demasiado perfeccionista 🙂 ¡Nos vemos en el próximo post!