Abrazando la incertidumbre

kyle-glenn-336141-unsplash

Muchas veces nos encontramos tan inmersos en la cotidianidad y la rutina diarias que terminamos dando las cosas por sentadas, como si la realidad estuviera dotada de una naturaleza consistente e inalterable.

Sin embargo, puede que a estas alturas ya hayas experimentado lo siguiente: tu vida parece estar bajo control,  puesto que tienes un trabajo estable, una vida más o menos acomodada y todo parece irte sobre ruedas. Sin embargo, en un giro inesperado de acontecimientos todo el tinglado que tenías montado parece desmoronarse como si de un castillo de arena se tratase, y tu vida tal y como la considerabas hasta el momento se desvanece. Sin dar crédito a lo que te está ocurriendo te sientes como si te hubiera pasado un camión por encima; lo que era algo seguro para ti ha dejado de serlo, ha dejado de ser una constante en tu vida y de repente un sentimiento de gran incertidumbre te invade.

La realidad es que muchas veces no nos sentimos cómodos con la incertidumbre. Lo desconocido nos aterra, lo vemos como una amenaza y preferimos aferrarnos a lo que ya conocemos, aunque muchas veces no sea lo más conveniente para nosotros (ya lo rezaba el dicho, ‘más vale malo conocido…’).

Y es que, nuestra estructura mental no parece estar preparada para la incertidumbre, de hecho no le gusta ni un pelo. La mente necesita predecir lo que va a ocurrir, no puede tolerar tanto desconocimiento. De hecho, en ello se basa su funcionamiento habitual: en hacer preguntas y en tratar de encontrar respuesta a dichas preguntas, en acumular la máxima información posible para estar preparados ante lo que nos pueda pasar. Cuando ésto no es posible, algo va mal para la mente, hasta el punto de que es capaz de entrar en pánico o hacernos quedar paralizados sin poder actuar ni pensar con claridad.

Lo anterior tal vez se podría traducir en lo siguiente: la mente simplemente no es capaz de confiar. Para mí confiar es algo que sólo podemos hacer trascendiendo nuestra actividad mental, algo que parece sencillo pero que muchas veces no lo es debido a nuestra condición humana. Desde que habitamos esta Tierra hemos buscado seguridad, hemos tratado de evitar el peligro a toda costa y seguimos haciéndolo a día de hoy. Ésto no es malo en absoluto, ha servido para posibilitar la perpetuación de nuestra especie durante miles de años, pero debemos ser conscientes de ello y saber que existe una dimensión más allá de la mente en la que podemos apoyarnos y sentirnos seguros, aún sin tener toda la información necesaria. Se trata de un lugar en el que simplemente nos limitamos a soltar todo y nos dejamos llevar.

¿Y cómo llegar a ese lugar? Yo muchas veces cuando me encuentro abrumada con infinidad de pensamientos, imaginando todos los escenarios posibles y sopesando todas las opciones habidas y por haber, simplemente decido declararme completamente ignorante. Declararse ignorante es la decisión más arriesgada y al mismo tiempo más acertada que podemos tomar si queremos embarcarnos verdaderamente en la andadura de vivir. Declararnos ignorantes implica rendirnos al momento presente, centrando nuestra atención en todo aquello que hacemos momento a momento, sin divagar mentalmente preocupados por el pasado o el futuro.

Puede parecer contradictorio y simplemente antinatural actuar de la manera que acabo de describir, puesto que que por lo general nadie nos ha enseñado a hacerlo. Se nos ha enseñado a controlar nuestra vida, a pensar en exceso mientras tratamos de planificarlo todo. No es algo malo querer darle un cierto orden y estructura a nuestra vida (de hecho creo que lo contrario podría ser muy contraproducente), pero es mucho mejor hacerlo desde la tranquilidad y la confianza y no desde el miedo (estoy segura de que tú mism@ habrás notado la diferencia en la forma cómo te sientes en ambos casos).

Cuando aplicamos este cambio de perspectiva nuestra intuición puede operar libremente, nuestras acciones provienen de la inspiración y todo parece que fluye de una forma distinta. Las cosas parecen más sencillas de cómo nos las habíamos imaginado, los bloqueos se desvanecen y obtenemos resultados positivos sin necesidad de mucho esfuerzo. Quizás ésto ya lo hayas podido experimentar alguna vez, puesto que existen momentos en los que nos sentimos más relajados y nos es más fácil dejarnos llevar, por ejemplo realizando aquellas actividades que más nos gustan (a mí me suele ocurrir cuando escribo, por ejemplo).

Quisiera rescatar a continuación las ideas clave con las que me gustaría que te quedaras tras leer este post. El cambio de perspectiva que te propongo se basa en definitiva en lo siguiente:

  • La mente se apoya en las circunstancias externas, que percibe como aparentemente sólidas e inalterables, para de ese modo sentirse segura.
  • La incertidumbre puede surgir cuando algo inesperado nos acontece y de repente la seguridad que teníamos sobre determinada faceta de nuestra vida se tambalea. Generalmente la incertidumbre nos impulsa a tomar una decisión, resultando en un aumento de nuestra actividad mental.
  • Para no dejarnos aturdir en exceso con nuestros pensamientos cuando seamos presos de la incertidumbre, es muy recomendable que seamos capaces de conectar con nuestro presente, para así poder escuchar a nuestra intuición desde un espacio de serenidad y desapego y tomar la decisión más adecuada.

En los próximos posts me centraré en detallar algunos métodos que yo misma utilizo o he utilizado en el pasado para anclarme en el momento presente, para que te sea más sencillo poner en práctica lo que te he contado en este artículo. No obstante, puedes empezar por revisar esta entrada si aún no lo has hecho: Introducción a la meditación.

Espero que te sirva este artículo y te invito como siempre a contarme tu experiencia en los comentarios :). ¡Hasta el próximo post!

8 comentarios sobre “Abrazando la incertidumbre

Deja un comentario